El edificio está planteado como un gran hemiciclo solar que, además de volcarse literalmente hacia las magníficas vistas que se pueden observar del entorno próximo y lejano, aprovecha al máximo la magnífica orientación sur de que dispone para conseguir el máximo aprovechamiento solar pasivo durante los meses más fríos.

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Para evitar el excesivo sobrecalentamiento y la radiación solar directa de las estancias interiores en los meses más cálidos, el cerramiento de vidrio se retranquea con respecto a la línea de fachada para que siempre esté en sombra, aprovechando el voladizo que se genera en la cubierta superior transitable  (planteada como una auténtica plaza-mirador hacía el paisaje circundante).

Los elementos estructurales verticales se convierten en verdaderos parasoles para evitar la incidencia solar en verano propiciada por las orientaciones este y oeste, cuando todavía el sol está muy bajo y el voladizo no es capaz de cumplir con su cometido protector.

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El planteamiento semienterrado del edificio, aprovechando la pendiente de la ladera existente, propicia que la toda la zona posterior se encuentre influenciada por el efecto geotérmico que se consigue al estar en contacto con el terreno.

Además, parte de los muros exteriores se construyen con piedra granítica de la zona lo que aporta un cerramiento de alta inercia térmica y materiales con texturas propios del entorno.

Las estrategias pasivas combinadas con las activas, presentes en la concepción general del edificio desde el proyecto, consiguen que el edificio pueda ser considerado como bioclimático y sostenible.